Hacer convivir el pasado con el futuro es lo que pretende Jordi Badía. En esta ocasión Badía debía convertir una caballeriza –levantada en 1868 y perteneciente a un cuartel del ejército- en un parvulario. Respeta la envolvente pero renueva el contenido con materiales actuales, acabados lineales y estancias llenas de luz.
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